TWIGGY

1967-08-00_001_TWIGGY¿Es 1967 un año de gloria para las mujeres delgadas? Desde los años en que estuvo de moda Van Dongen, y aun quizás desde antes, vienen floreciendo al lado de las formas de representación tradicionales del erotismo, llamémosle popular, otras tendentes a sugerir que ciertas carencias o insuficiencias anatómicas pueden interpretarse como atractivas de distinta naturaleza.

Junto a las mozas garridas, a las buenas mozas, mozas de buena planta o litorales bien plantados de todos los folklores, se han ido proponiendo a la admiración pública formas femeninas notables por lo ambiguo o lo perverso. La ambigüedad es, además, un buen punto de partida para la sugestión de la elegancia. En ausencia de la materialidad del cuerpo, o en su escasez, que es lo mismo, la postura y el movimiento cobran mayor importancia, y hay una relación parecida entre el cuerpo y la belleza y la postura y la elegancia.

El habla popular atribuye a una gran mayoría de mujeres sutiles la «buena facha». En las mujeres sutiles tiene que haber algo que admirar. Y las mujeres sutiles algo tienen que aprender para compensar su sutileza: el arte de la postura, por ejemplo. Los periodistas, claro es, buscan explicaciones más fáciles y ante ciertas celebridades cuya característica principal es la sutileza anatómica hablan de nueva frontera del erotismo. Ya se ve que eso carece de seriedad, que siempre ha habido quien prefiere lo escueto a lo abundante, quien se impresiona más por lo elegante que por lo hermoso y quien, en suma, es más sensible al signo del movimiento que al regalo de la carne.

Éste es el secreto del éxito de Twiggy, la maniquí delgadísima que este año está tan de moda y que se cuenta entre las profesionales más admiradas de este tiempo. Pero no hay nada de nuevas fronteras, lo que ocurre es que Twiggy tiene mucha gracia. Sabe andar maravillosamente con las manos en los bolsillos y mirar distraídamente con una tristeza inquietante.

UNIFORMES Y EP-ART EN LA MODA

1967-03-00_001_UNIFORMES_EPARTDos agresivas innovaciones en el arte de vestirse o de decorarse parecieron marcar la vanguardia de las modas juveniles desde principios de 1967: el tatuaje y la moda de los uniformes.

El tatuaje empezó siendo una especie de desafío de ciertos grupos de estudiantes norteamericanos inconformistas a la sociedad de sus padres; tatuándose de forma indeleble a la manera de los viejos marinos o de las tradicionales figuras del hampa, los jóvenes rebeldes pretendían identificarse como ajenos a las enormes responsabilidades morales que sus mayores admitían por comodidad o por falta de coraje. Pero poco a poco se fue convirtiendo en una especie de teoría de la personalidad y banalizándose.

Del tatuaje indeleble se pasó a sus imitaciones según procedimientos que permitieran la transitoriedad, y del tatuaje de un miembro determinado al decorado o a la pintura del cuerpo entero. La pintura de los cuerpos desnudos fue bautizada ep-art (epidermic-art) y alcanzó una cierta boga en ciertos ambientes sofisticados y entre los erotómanos.

La también la boga de los uniformes desuetos se origina en la rebeldía de ciertos círculos juveniles, sobre todo británicos. Desenterrar el uniforme de oficial de artillería en la Gran Guerra del abuelo, o aún mejor, la casaca de húsares y la apolillada dolma que no se sabe si algún antepasado usó en las paradas militares o en una representación de teatro escolar, es, ante todo, un modo de desentenderse de una tradición embarazosa y de convertir en broma callejera ciertas paparruchas aprendidas sin convicción. Por otra parte, los uniformes son muy decorativos y permiten una fácil imitación de los héroes de ficción, lo que siempre es un modo de suplir las deficiencias de una personalidad inmatura. Y, en cualquier caso, disfrazarse de sargento de ulanos para ir a beber Coca-Cola con la chica de la esquina en minifalda es, de todos modos, muy divertido.

El ep-art y la moda de los uniformes tienen algo en común. Proceden de una oscura determinación de liberarse de la historia, pasada y contemporánea, y afirman de un modo rotundo la absoluta relatividad de las apariencias humanas.

SEPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN YE-YÉ

Johnny y Silvie deshojando la margarita, te quiero, no te quiero, te quiero. Ésta parece, por el momento, la última palabra. Pero quedan aún por delante unos cuantos pétalos de éxito y juventud y, por tanto, de infidelidad osamos insinuar.

Johnny y Silvie deshojando la margarita, te quiero, no te quiero, te quiero. Ésta parece, por el momento, la última palabra. Pero quedan aún por delante unos cuantos pétalos de éxito y juventud y, por tanto, de infidelidad osamos insinuar.

Johnny Hallyday y Silvie Vartan, los reyes del ye-yé, se casaron en abril de 1965. Pero el pequeño mundo del hogar no podía contener el ímpetu arrollador del cantante francés, quien buscó su liberación del claustro familiar en el agitado mundillo de secretarias, empresarios, editores y periodistas que en sus momentos de máximo apogeo lo habían rodeado y halagado.

La situación se hizo tensa y los trámites legales para la separación se iniciaron enseguida; sin embargo, se realizó un último intento de conciliación en un Juzgado de París, que fracasó una vez más.

Después, cuando una vez en la cumbre del éxito Johnny empezaba a ser desplazado por Adamo y Antoine, en plena juventud -23 años- intenta suicidarse: barbitúricos, agua de colonia y las venas cortadas.

Ante esa historia, que más bien parece un serial, cabe preguntarse: ¿Es Johnny una víctima del absurdo sistema creado por el fervor y el apasionamiento de una juventud que se come a sus propios y sucesivos ídolos, o es un joven con talento que sabe mover los resortes publicitarios en su momento oportuno?

Al cerrar la edición, parece ser que los esposos ye-yés se han reconciliado de nuevo.

SEPTIEMBRE, OTRA VEZ LA MODA

1966-09-00_002_SEPTIEMBRE_MODANo es probable que la moda de los indumentos articulados de metal o de plástico invada las avenidas de las grandes ciudades. Es una formulación demasiado obvia de ciertas tolerancias de las gentes de vanguardia respecto a sus debilidades.

Está de moda confesarse sensible a los encantos de la crueldad. Los más sutiles críticos desentrañan las significaciones profundas de las historietas gráficas que buscaban como interlocutor al minusvalente mental o al insuficiente cultural.1966-09-00_003_SEPTIEMBRE_MODA

La gente a la moda no se avergüenza de leer Zeit-Geist, Barbarella o Asterix, y los que no leen lo elogian lo mismo. Y alguien ha pensado que se podría vestir a las mujeres con unos elementos que sugeriesen la frialdad cosmonáutica o la aparatosa crueldad de las civilizaciones mesopotámicas. De momento, el éxito no rebasa los límites de la publicidad de los drug-stores y de las boutiques de inutilidades.

1966-09-00_004_SEPTIEMBRE_MODALa violenta sensualidad del cuero, la agresividad geométrica de las formas repetidas, la nostalgia de los años 20. Coincidencias. Una moda que se apunta como esencialmente transitoria.

1966-09-00_005_SEPTIEMBRE_MODALas medias blancas grabadas o variopintas se han hecho generales en 1966. Es sin duda una necesidad que compensa los inconvenientes climáticos de las faldas cortas, pero también una necesidad decorativa. Entre el borde de la falda y el del calzado se encierra este año toda posibilidad de provocativo ingenio. 1966 ha sido un año de piernas florecientes y florecidas.1966-09-00_006_SEPTIEMBRE_MODA

1966-09-00_007_SEPTIEMBRE_MODALa ligereza de la mini-robe parece propiciar la libertad de los gestos. Incluso, se da usted cuenta, los menos naturales.

La moda se afirma cuando es capaz de pasar de lo fantástico a lo útil. Y cuando se afirma nos parece que se ha dado un paso absolutamente seguro y que el modo de vestirse hoy es claramente más razonable y simpático que el del año pasado. Claro que tendremos la misma impresión el año que viene.

LA MINI-BICI

Esta guapa inglesa con su minifalda y su astuto vehículo, con un fondo de granaderos de Su Majestad, puede definir de una manera gráfica la Inglaterra de Mr. Wilson.

Esta guapa inglesa con su minifalda y su astuto vehículo, con un fondo de granaderos de Su Majestad, puede definir de una manera gráfica la Inglaterra de Mr. Wilson.

Las soluciones para solventar el exceso de circulación y los problemas de aparcamiento son, sin lugar a duda, numerosas. Pero generalmente, la falta de previsión y de imaginación por parte de las entidades responsables tarda decenios de años en hacerlas viables.

«Raleigh», la famosa marca de bicicletas británica, ha dado en el blanco. Más bien diríamos en dos blancos: ha puesto a la venta el «Compact», una mini-bici que puede doblarse o desdoblarse en un par de minutos, y guardarse fácilmente en el maletero del coche. Así, por un lado, facilita el aparcamiento y descongestiona el rodaje en los núcleos ciudadanos y, por el otro, hace marchar el negocio.

La idea es buena: lleve usted su «Raleigh-Compact» en el maletero, aparque donde pueda y lléguese a la oficina con su pequeña bici. Recójala y guárdela en un rincón mientras llega la hora de volver al coche.

LSD 25

Timothy Leary con sus discípulos en Méjico. Fundador de una secta que cuenta con sus iniciados y aspirantes, sus sacerdotes y sus ritos, el profesor Leary, convertido en "Papa" de la misma, imparte a sus adeptos la revelación: "Drogaos los unos a los otros, y así conoceréis la verdad, la felicidad, el éxtasis". La LSD es una religión que se practica con los pies desnudos, y de rodillas.

Timothy Leary con sus discípulos en Méjico. Fundador de una secta que cuenta con sus iniciados y aspirantes, sus sacerdotes y sus ritos, el profesor Leary, convertido en «Papa» de la misma, imparte a sus adeptos la revelación: «Drogaos los unos a los otros, y así conoceréis la verdad, la felicidad, el éxtasis». La LSD es una religión que se practica con los pies desnudos, y de rodillas.

Viaje a la destrucción y el éxtasis

«Corred hacia las colinas», anunciaba el manifiesto de Timothy Leary, profesor de psicología de Harvard, «o preparaos a nadar con la corriente. La gran barrera de las palabras va a derrumbarse…» Convertido en apóstol de una auténtica revolución psíquica, basada en el LSD, el profesor Leary había acabado por fundar una verdadera secta religiosa en torno a la droga, una secta de la que formaban parte varios miles de estudiantes. «El juego va a cambiar, señoras y señores, el hombre va a poder utilizar la fabulosa red eléctrica de su cerebro…»

Aunque poco después, Timothy Leary, cuya peligrosidad resultaba evidente, era expulsado de Harvard, y más tarde condenado a treinta años de prisión (acusado de introducir marihuana en los Estados Unidos), el mal ya estaba hecho, y el principal culpable, el verdadero, el LSD, no había sido encarcelado. Al contrario, seguía haciendo estragos, cada vez en mayor escala, en los «campus» de estudiantes de California, en las residencias de Newton-center, Boston, y en los «coffee shop» de Greenwich Village. Este «viaje al corazón de uno mismo» era tentador, relativamente barato, y además, estaba de moda. Y llegó a producirse un gigantesco «acid-party» que reunía a seiscientos participantes.

Aunque la partida sea a menudo en compañía, la "excursión" y, sobre todo, el regreso, siempre es en solitario. Una sola toma de LSD puede destruir a una persona para siempre. Un "acid-party", a veces, es un billete de ida -sin retorno- al manicomio, la prisión o la tumba.

Aunque la partida sea a menudo en compañía, la «excursión» y, sobre todo, el regreso, siempre es en solitario. Una sola toma de LSD puede destruir a una persona para siempre. Un «acid-party», a veces, es un billete de ida -sin retorno- al manicomio, la prisión o la tumba.

La historia de este alucinógeno empieza el 16 de abril de 1943, en Basilea. Ese día, el doctor Hoffman, en su laboratorio, intentaba purificar por condensación dos ácidos isómeros, cuando se sintió mal y regresó a su domicilio. Una vez echado sobre la cama, se sumergió en un delirio más bien agradable. Con los ojos cerrados (pues la luz del día le parecía muy violenta) tenía visiones de una intensidad y un realismo extraordinarios. Manchas de colores giraban alrededor de él, como en un calidoscopio, y hacía rato que había dejado de sentir su cuerpo. El doctor Hoffman, intoxicado por casualidad, acababa de descubrir el LSD, es decir, el ácido lisérgico dietil-amida.

Un nuevo campo quedaba abierto para la investigación médica y psiquiátrica. En efecto, al poderse provocar voluntariamente perturbaciones mentales con dosis mínimas de sustancias químicas -y un solo gramo de LSD es suficiente para provocar más de diez mil «viajes»- iba a ser posible el estudio del funcionamiento del cerebro humano, sus anormalidades, y comprender mejor fenómenos como los de la memoria, la imaginación y la percepción. Múltiples experiencias se realizaron con animales y dieron resultados sorprendentes. Bajo los efectos de la LSD, los gatos huían ante los ratones, las carpas subían a la superficie y las arañas tejían telas geométricamente más perfectas.

Las experiencias voluntarias con seres humanos, registradas en magnetofón, contenían afirmaciones asombrosas: «Me he encontrado conmigo mismo», afirma uno, «y he descubierto que yo no era yo. Acaso debería decir que he descubierto lo que es realmente existir…» Y otro: «… tenía miedo y me sentía como un niño desnudo. El mundo se me aparecía tal como los niños deben de verlo: inmenso y bello…» Pero, también, las visiones terroríficas sacuden ese mundo fantasmagórico: «Detrás de mi hombro advertí vagamente una especie de animal alado, algo así como un pterodáctilo», cuenta otra cobaya humana. «Al ruido de sus alas, el rostro del psicólogo enverdeció pálidamente y adquirió la consistencia de una crema gruyère. Indistintamente, cejas y cabellos se separaban de la lívida piel. Fue la experiencia más terrorífica de mi vida…» Muchas personas han creído volverse locas, al iniciarse los efectos de la droga, o sentido las angustias de la muerte. Algunos han entrado en el mar como autómatas, afirmando sentir «el poder del océano». Otro, desde su «viaje» no cesa de aplastar sobre su piel insectos imaginarios. Recientemente, una joven inglesa, habiendo perdido la conciencia de las limitaciones de su cuerpo, creyó poder volar y saltó por la ventana, para estrellarse en el suelo.

¿No huele todo eso a brujería medieval, a ceremonia sabática? ¿Cuántas hogueras no se habrían encendido, de suceder todo eso en otros tiempos? Hoy, lo que se ha hecho ha sido condenar al LSD. Esto ha ocurrido el 13 de agosto, en Ginebra, en el antiguo palacio de la Sociedad de Naciones, y los jueces han sido diez delegados de la ONU.

GADGETS Y BEATNIKS

Una esquina que hace furor: Ganton Street - Carnaby Street, centro de gravedad de los "teen-agers" de todo el mundo.

Una esquina que hace furor: Ganton Street – Carnaby Street, centro de gravedad de los «teen-agers» de todo el mundo.

Parece ser que las autoridades francesas ha decidido impedir la entrada de los beatniks en su prestigioso hexágono. Pero de entre las muchas diferencias que separan un beatnik de un kilo de naranjas o de un transistor, existe una particularmente grave en este caso: su falta de definición de tipo reglamentario, que para un aduanero, un tipo de persona que gusta de las exactitudes legalo-administrativas, es lo bueno.

Pero naturalmente, la administración francesa ha subsanado rápidamente esta pequeña carencia; un beatnik es un individuo que -ultra circunstancias de suciedad y dejadez variables y contingentes- no es capaz de exhibir en la frontera 10 libras, unos 28 dólares, unos 140 francos, unas 1.700 pesetas. Las cosas, claras y el chocolate, espeso.

Un conocido semanario USA (Newsweek) señalaba que los americanos están literalmente «forrados» (sic), y dispuestos, por tanto, a comprar cualquier cosa a cualquier precio. Partiendo de esta coyuntura, los comerciantes están ideando y proponiendo curiosas novedades (gadgets) a unos clientes de gran poder adquisitivo, pero que por otra parte tienen-ya-de-todo, circunstancia superable a base de un poco de imaginación.

En la foto, una "boutique" -vanidad y humo- ¡ay! como los verdes años.

En la foto, una «boutique» -vanidad y humo- ¡ay! como los verdes años.

He aquí, a título de ejemplo, algunas ofertas: una regadera de plata por 32.000 pesetas, o un frasco de 3 litros de perfume «Shalimar» por 1.500.000 pesetas (exacto: un millón y medio de insignificantes pesetas). Encontramos también regalos más modestos y no menos inútiles: un buzón de cartas en forma de locomotora por 3.000 pesetas, un taburete eléctrico para calentar los pies por 900 pesetas (ganga increíble), un pequeño asiento para coche, y regulable para perros (pequeños), por 2.100 pesetas, y un juego de clips portaligas de oro por 3.200 pesetas.

Moraleja. La casi totalidad de los beatniks proceden de los países y zonas más desarrolladas del mundo (USA incluidos), y en sus casas acostumbran a disfrutar de un elevadísimo standing. O sea, que en principio los beatniks saben perfectamente dónde caerse (eventualmente) muertos; pero de momento son gentes jóvenes, gloriosamente asqueados y rebeldes, y atinadamente mugrientos.

Los jóvenes tienen tiempo por delante y, de momento, tienen tiempo para dejarse crecer el pelo en todas direcciones. Y vivir en comunidad un mundo un tanto extraño, poblado de referencias y marcas comerciales. Un mundo curiosamente "pop".

Los jóvenes tienen tiempo por delante y, de momento, tienen tiempo para dejarse crecer el pelo en todas direcciones. Y vivir en comunidad un mundo un tanto extraño, poblado de referencias y marcas comerciales. Un mundo curiosamente «pop».

Beatniks en España…

El gobierno francés ha decidido abrir la veda del beatnik. La guerra se declaró en marzo y seguirá durante todo el verano. Las fronteras son estrechamente vigiladas, pero la ofensiva se lleva a cabo en el mismo corazón de París -en los barrios de Notre-Dame y Saint Séverin- en donde la policía procede a verdaderas «razzias» de castigo. La veda se ha alzado igualmente en Italia, Alemania, Holanda e, incluso, en Inglaterra.

1966-07-00_006_GADGETS_BEATNIKSEn cambio, el beatnik es generalmente bien acogido en nuestra casa y no se le molesta con excesivas amonestaciones. Sólo han sido expulsados del país un par o tres de ellos, pero por actos concretos que atentaban contra las leyes. Es curioso, pues, observar cómo mientras en casi toda Europa el beatnik es perseguido, en España es acogido con cierta tolerancia. Tolerancia que llega hasta el extremo del establecimiento de verdaderas colonias de beatniks en Menorca, Ibiza y Formentera. Tolerancia, claro está, no quiere decir aprobación.

A su paso por las calles y plazas de la capital no es de extrañar, pues, un gesto de malestar en las expresiones de los transeúntes. De todas formas, no olvidemos que en España ha existido una larga, aunque relativa, convivencia entre judíos, moros y cristianos.

Una estampa clásica de los actuales jóvenes vagabundos. Un poco cochambrosos, un poco turistas, medianamente rebeldes. Agítese antes de usarlos.

Una estampa clásica de los actuales jóvenes vagabundos. Un poco cochambrosos, un poco turistas, medianamente rebeldes. Agítese antes de usarlos.

… y hasta en Turquía

1966-07-00_005_GADGETS_BEATNIKSLos beatniks, a diferencia de los antiguos profetas, no predican enseñanza alguna, probablemente porque ya se han desengañado de los hombres. Hacen su camino solos, en parejas o en grupo, a lo largo y a lo ancho del paraíso que perdieron sus primeros padres. Aunque, a veces, son nuevamente arrojados de él. Y si no, que lo diga esa foto en la que dos beatniks son expulsados de Turquía y que muy bien podríamos titular: «Adán y Eva, nuevamente arrojados del paraíso».

El ángel, con uniforme, no empuña espada de fuego, pero enfunda grueso pistolón que también da fuego. Ellos salen sumisos, ligeros de equipaje, sin miedo, en busca de un nuevo paraíso.

AUGE DE BATMAN

1966-06-00_002_AUGE_BATMAN

De auténtica locura puede calificarse la suscitada en América por la nueva serie para televisión de Batman, una especie de superhombre que oculta la parte superior del rostro por una máscara rematada en dos orejas o cuernecillos de elfo o bestezuela, y que puede dar enormes saltos, ayudado de una capa con orificio y forma de ala de murciélago.

Batman actúa secundado por un joven compañero, Robin, réplica de Robin de los Bosques, así como el mismo Batman es un calco del legendario Superman. Lo curioso del caso es que este personaje contrahecho, a mitad de camino entre la zoología y la cibernética, ni siquiera es una creación reciente. Su autor, Bob Kane, lo lanzó al mundo hace la friolera de un cuarto de siglo, con la misión, entonces, de emular la popularidad de su modelo, Superman, cosa que nunca llegó a producirse. Y, poco a poco, Batman se fue eclipsando, hasta convertirse en un «comic» más.

Fue el 12 de enero de este año cuando apareció en la televisión americana el primer episodio de la nueva serie Batman. Con nuevo guionista (Bob Kane ha quedado al margen, como suele ocurrirle a los precursores), y protagonizada por Adam West, un artista hasta ahora oscuro y transformado en ídolo nacional gracias a Batman, y con Burt Ward en el papel de Robin, la serie se ha convertido en pocos meses en uno de los programas más cotizados. A tal punto que, cuando el 17 de marzo pasado, la emisión de la serie Batman fue interrumpida para dar la noticia del amerizaje forzoso de los astronautas Scott y Armstrong -milagrosamente salvados- centenares de protestas invadieron las emisoras…